Qué es la fibromialgia y sus síntomas
La fibromialgia significa dolor en los músculos y los tejidos fibrosos, es decir, los ligamentos y los tendones. Se trata, por tanto, de una enfermedad que afecta al sistema musculoesquelético. Puede causar astenia, es decir, cansancio persistente, fatiga, rigidez muscular y dolor localizado. Algunos de los síntomas más comunes son hormigueo en todo el cuerpo, especialmente en brazos y piernas, dolor muscular, fuertes dolores de cabeza, trastornos del sueño, alteraciones del tacto e intolerancia a la luz y el sonido. El dolor de la fibromialgia es profundo y generalizado y puede migrar a todas las partes del cuerpo con intensidad variable. Los síntomas de carácter neurológico son entumecimiento, hormigueo y ardor (acentuados por la mañana). La fibromialgia afecta a un 5% de la población, con un porcentaje mayor en las mujeres.
Causas y diagnóstico
Las causas concretas de la fibromialgia son aún desconocidas. El factor genético puede desempeñar un papel importante, además de otros factores. Algunas personas pueden desarrollar esta enfermedad sin una causa aparente, otras tras ciertos procesos identificables como infecciones víricas o bacterianas. La fibromialgia puede diagnosticarse mediante diversas pruebas, como análisis de sangre y radiografías, para comprobar si existen otras condiciones patológicas. Sin embargo, estas pruebas no pueden confirmar la fibromialgia, ya que actualmente no existe una prueba única que pueda identificar este trastorno.
Cuidados y tratamiento
Dado que el dolor puede ser persistente, variar en intensidad y puede interferir en las actividades cotidianas, es esencial tratar la fibromialgia para aliviar y controlar sus síntomas. Entre los diversos métodos de tratamiento se incluye el uso de fármacos recetados por el médico para reducir la inflamación y mejorar el descanso. También se pueden utilizar prácticas psicofísicas como el yoga para favorecer la relajación muscular. Otro procedimiento posible es la acupuntura, que tiende a aliviar el dolor estimulando la piel y favoreciendo la renovación del flujo sanguíneo. Por último, existe la magnetoterapia como terapia natural para contrarrestar el dolor de la fibromialgia y favorecer la regeneración celular. De hecho, con la acción de los campos de alta y baja frecuencia, es posible tratar el trastorno reduciendo la ingesta de medicamentos antiinflamatorios y analgésicos. La estimulación magnetoterapéutica es un método seguro, fácil y no invasivo para mejorar el movimiento muscular y aliviar el dolor. La acción de los campos magnéticos pulsantes tiene una gran capacidad de penetración en los tejidos, acelerando los procesos de intercambio iónico y regenerando las células dañadas por la fibromialgia. Además, la magnetoterapia facilita la relajación muscular, acelera el trofismo, reduce el dolor y mejora la circulación local, acelerando así el proceso de recuperación en general.
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